lunes, 8 de febrero de 2010

Reportaje reinvindicativo para que los crucifijos no sean retirados de los espacios públicos.

Por primera vez se expuso esta obra en la Casa del Poble de Blanes (Girona), como reinvicación para que los crucifijos no sean retirados de los espacios publicos.
Josep Cárceles pretende con su acción que las personas continuen descubriendo los valores de entrega, radicalidad, esfuerzo, amor y solidaridad que expresa Jesús colgado de la cruz con los brazos abiertos en señal de acogida y perdón.
Su postura es una llamada a que la gente piense que entregar la propia vida por los demás es el valor más sublime.
Y que Cristo entregó Su vida hasta el sacrificio en cruz por defender la libertad, la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos.
Video Clip del reportaje:


Una persona anónima dejo escrito este comentario en el blog:

Esta obra es algo más que arte. En sí, va más allá y más lejos que todo lo que hayamos visto hasta ahora. Es nacimiento y final. Es proceso y tentativa, alfa y omega; una culminación de todo ello en una recreación de la miseria humana y la bondad del artista que la ha hecho posible. Trasciende a la humanidad y a la vida.
La fe de Cárceles en Dios hace que el ente Supremo le escuche, y el pintor, como humilde mortal, haga honor a su mandato, culminando su obra. En ella no yace un estilo más sino el sujeto y la forma, empleado en la mente creadora del artista. Un artista que diseña, que crea, que imbuye al público, que inspira, que motiva, que se eleva; y se proyecta como una esfera de cambio, de un cambio necesario, implícito a nuestra existencia, intrínseco de nuestras vidas, de nuestro hemisferio, medio un clamor simbólico que lo arrolla todo a su paso; para lanzar ese grito de sublevación -artística, en su caso- que el mundo necesita.

2 comentarios:

  1. Esta obra es algo más que arte. En sí, va más allá y más lejos que todo lo que hayamos visto hasta ahora. Es nacimiento y final. Es proceso y tentativa, alfa y omega; una culminación de todo ello en una recreación de la miseria humana y la bondad del artista que la ha hecho posible. Trasciende a la humanidad y a la vida.
    La fe de Cárceles en Dios hace que el ente Supremo le escuche, y el pintor, como humilde mortal, haga honor a su mandato, culminando su obra. En ella no yace un estilo más sino el sujeto y la forma, empleado en la mente creadora del artista. Un artista que diseña, que crea, que imbuye al público, que inspira, que motiva, que se eleva; y se proyecta como una esfera de cambio, de un cambio necesario, implícito a nuestra existencia, intrínseco de nuestras vidas, de nuestro hemisferio, medio un clamor simbólico que lo arrolla todo a su paso; para lanzar ese grito de sublevación
    -artística, en su caso- que el mundo necesita.

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